jueves, 21 de julio de 2011

Una respuesta necesaria

El pasado sábado entre a un programa de radio en el cual participe en varias ocasiones como moderados aunque valga la aclaración (dista mucho aquellos hace 4 anos a los de hoy). Como ha venido pasando desde hace algún tiempo, cuando entra alguna persona que difiera un poco de la línea que los moderadores rigen buscan la forma de sacarlo del aire y no solo, como en esta ocasión uno de los moderadores Jesús Ojito me tildo de Alarconista o seguidor de Ricardo Alarcón, uno de los asesinos que gobierna el sequito de mi país. HOY QUIERO CONTESTARLE A ESTOS MODERADONES Y EN ESPECIAL A JESUS OJITO.
Jesús Ojito y demás moderadores de Agenda Cuba. Si ustedes pudieron oir con detenimiento mi opinión podrían haber entendido, porque fui bien claro, yo no dije que estoy de acuerdo en que la eliminación de la ley de ajuste cubano, no, no, no, en ningún momento, claro que es lo que quiere Ricardo Alarcón, claro que es lo que desean los Castros . Yo dije que los mismos cubanos seremos los culpable que esa ley pudiera ser derogada pues la pisoteamos todos los días y la usamos como papel sanitario en la mayoría de los baños de cubanos que un día se aprovecharon de de esta grandiosa ley. Es verdad muchos cubanos cuando llegan a la frontera dicen tener miedo al régimen y que son perseguidos pero al tener la residencia viajan a cuba a gastarse el dinero y de una forma u otra dejárselo a los castro, la pregunta obligada es ya después de un año y un día de estar en usa ya no le tienen miedo a los castro y vuelven sin que nada les pase, hay muchas preguntas que hacerse, somos nosotros mismos los cubanos los que vamos acabar con la ley de ajuste cubano… la única vía de escapatoria que tienen los miles de hermanos que están oprimidos bajo la bota fascista de los dictadores castros. Y como es lógico Jesús Ojito, yo me tomaría el derecho de poder expresar que usted de una manera o de otra está tratando que un día el gobierno de Los Estados Unidos se canse de esta Payasada de los Cubanos y pueda eliminar esta ley, Claro no lo hare porque lo conozco a Usted y sé que también quiere que mi país sea libre.
Estoy de acuerdo que la familia es lo primero, pero cuando los cubanos abandonan la Isla saben que están emigrando y al llegar aquí reciben lo que al resto de los inmigrantes se les niega: Ayuda y Estatus Legal, cosas que no reciben en ningún lugar de este mundo.
En USA la emigración económica no está permitida y por eso es que hay tantos millones de ilegales, a los cubanos se nos brinda la posibilidad porque supuestamente emigramos por causas políticas, El congresista no está aboliendo la posibilidad de ver a su familiar simplemente está poniendo un límite al relajo.
Aquí finalmente lo que va a pasar es que de no aprobarse la Enmienda se continuara la revisión de la Ley de Ajuste porque es contradictorio que los cubanos sean amparados por la Ley de Ajuste y al año estén volando a donde supuestamente no podían seguir viviendo por la Dictadura, por tanto como los emigrantes cubanos ya no vienen a este país por problemas políticos se deroga o transforma la Ley de Ajuste, con ello los Pies Secos y los que están en Cuba se JODEN pues solamente podrán venir acá de visita (sin quedarse) o esperar largo tiempo por la aprobación de una reclamación Familiar.
Yo personalmente pienso que la familia es fundamental pero que lo que está sucediendo se lo han buscado los mismos cubanos que viajan a Cuba cada dos meses, las mulas, los infiltrados en fin…
Ley de Ajuste Cubano

El 2 de noviembre de 1966 debería ser considerado por los cubanos como un “mes de gloria”, precisamente en esta fecha el Gobierno de los Estados Unidosaprobaba la Ley Pública 89-732 “The Cuban Adjustment Act”, denominada por todos como Ley de Ajuste Cubano, con ello se le permitía al Fiscal General a discreción y acorde a las regulaciones establecidas, ajustar el estatus migratorio a los refugiados cubanos que llegaban hasta territorio estadounidense.
Esta importante Ley tiene como antecedentes de interés el incremento de las salidas ilegales de cubanos hacia los EEUU. Desde el 1ro de Enero de 1959 comenzaron a emigrar hacia esta gran nación innumerables familias cubanas, en 1965 se disparan las cifras de arribo de cubanos tras una decisión del Gobierno de Cuba que unilateralmente abrió el puerto de Camarioca facilitando a los cubanos residentes en Estados Unidos la entrada para que pudieran llevarse consigo a familiares y amigos. A raíz de dichos sucesos comenzaron una serie de negociaciones entre Cuba y los EEUU que concluyeron el 6 de noviembre de 1965 con la firma de un “Acuerdo Cuba-EEUU”.
La Ley de Ajuste Cubano establece como requisitos esenciales los siguientes:
• Haber nacido en Cuba o ser ciudadano de ese país.
• Haber estado o permanecido físicamente por un período de un año y un día en territorio norteamericano.
• Los cónyuges e hijos menores de 21 años son también elegibles para obtener la residencia permanente en los Estados Unidos. Con relación a los cónyuges e hijos no nacidos en Cuba es mandatorio demostrar los vínculos familiares a través de documentos legales como la certificación de nacimiento o de matrimonio.
• No tener cargos criminales u otros motivos que imposibiliten a los ciudadanos cubanos su admisibilidad en territorio norteamericano (Haber participado en persecuciones por motivos políticos, nacionalidad; pertenecer a grupos específicos).
Antes de 1978 se exigía que la presencia física debía ser por un período mínimo de dos años y después de esa fecha se disminuyó a un año. Tampoco se le exige al cubano haber entrado a territorio norteamericano legalmente pues la mayoría de los arribados llegan sin visa, por la frontera y el Gobierno les concede parole (Admisión bajo palabra) y de esta manera cumplen con lo establecido por la Ley.
Otra de las ventajas es que el solicitante del ajuste no necesita demostrar que no será una carga pública, o sea que no necesita presentar una Affidavit of Support (garantía de sostenimiento) por parte de un familiar o amigo. La residencia legal se otorga desde la fecha de entrada al país y por tanto en cinco años los cubanos tienen la posibilidad de naturalizarse.
Como dice el refrán que nada es eterno, esta Ley también ha sido objeto de anulación por algunos sectores del Congreso de los Estados Unidos ,pero gracias a la batalla liderada por Ileana Ros-Lehtinen, Lincoln y Mario Díaz Balart, Mel Martínez entre otras personas cuyas posiciones siempre han estado al lado de la causa cubana, se ha logrado detener la derogación o anulación de esta ley, condicionando su vigencia hasta que en “Cuba se establezca un régimen democrático”, por tanto démosle gracias a nuestros representantes, senadores, congresistas; a este gran país y que el Ajuste Cubano tenga una larga vida o al menos perdure hasta que los cubanos seamos LIBRES en nuestra tierra.

Los Cubanos llevan Información???
Jesús Ojito: Solo hare algunas preguntas y quiero sea sincero.
Usted no vive en Hialeah Verdad?, No visita Sedanos, ni camina por las calles ni se reúne donde hay grupos de cubanos, no es así?
No sabe usted que en un 80 o 90 de porciento de cubanos que viajan a la isla no les interesa la política o si le interesa, en cuanto llegan a cuba no mencionan nada de nada por miedo a ser delatados hasta por la misma familia?
No sabe usted que la mayoría de las personas de edad solo van a cuba bien cargados de Viagara o Cialis para vivir como en sus años mozos con las hijas y nietas de cubanos dignos, trabajadores que están luchando dentro de cuba para sobrevivir?
Ojito, no ha escuchado usted en los Sedanos a jóvenes que dicen que no les conviene que el régimen no caiga porque se les acaba el negocio y ya no serian reyes en su pueblo cuando ellos van.
No ha preguntado usted a cuantos de los cubanos que están viajando a cuba estarían dispuestos de llevar una ayuda a disidentes cubanos? Le respondo Un pequeñísimo por ciento, casi ínfimo porque expresan que si hacen eso y los cogen no pueden ir más.
Ojito no sabe usted que un gran porciento de la población cubana no sabe que fue asesinado un niño por un policía hace unos días? No sabe usted que muchos no sabes quién es Oscar Elias? No sabe que Radio y TV Martí, La Cubanísima, La poderosa, Radio Mambí no se oyes en cuba y si pueden oírla en las noches es con mucho ruido?
Jesús Ojito y Moderadores de Radio Agenda Cuba el que les escribe esta solo en este país porque toda mi familia esta allá, y usted y los moderadores de el programa sabes por las razones que estoy en este país, y vine sabiendo que soy un exiliado, mi familia no morirá porque yo valla cada 3 años, es real que vivimos en un país de libertades pero también debemos saber que no debemos abusarnos de la hospitalidad de este país para reírnos de aquellos que un día nos abrieron las puertas. Si quieren un Debate. Estoy Dispuesto. Con la verdad en la mano.
Espero que si leen mi escrito no recorten y lo hagan de forma íntegra.
Gracias
Alvaro Ferro.

martes, 27 de julio de 2010

LA SOBERANÍA ES HOY CIUDADANÍA

Por muchas razones, conocidas por todos, consideramos que el tema de la soberanía es hoy en Cuba de importancia fundamental.
Sonará, para algunos, como algo referido al cuidado de nuestras fronteras. Otros, inmediatamente, harán alusión a nuestras relaciones con otros países. Para varios, no lo dudemos, será sencillamente un tema pasado de moda. Para no pocos, será algo lejano, ajeno, desconocido, debido al déficit profundo de educación cívica que sufrimos como resultado de la hemiplejia de la educación manipulada por una sola ideología.
Deseamos compartir con nuestros lectores algunos criterios de juicio, fuentes inspiradoras y unos valores determinantes para profundizar en el tema, con el deseo de que se anime un debate cívico serio y responsable en este momento único de nuestra historia nacional.
Desde tiempo inmemorial, los pueblos eligieron a sus soberanos, que en ese tiempo y aún en los nuestros significa “el que ostenta el poder, el que gobierna”. Especialmente durante la Edad Media y las monarquías absolutas, el soberano era, al mismo tiempo, el símbolo del Reino o del Feudo, el que tenía todo el poder, el rey o señor de vidas y haciendas, el inspirador de leyes y campañas militares, e incluso, para muchos pueblos y culturas, se le consideraba una persona elegida por Dios, o por una divinidad subsidiaria, como una especie de Ungido, Mesías o Líder espiritual de una mezcla entre una religión secular y un gobierno teocrático. Las gentes, como se les llamaba, el burgo, no eran más que siervos de la gleba, súbditos y vasallos. Eran la parte de la humanidad que no tenía otra vocación, ni otra alternativa que obedecer y aclamar al soberano o ser expulsados del mundo de los vivos.
El mundo evolucionó y el feudalismo pasó. Aqullas monarquías pasaron y los señores feudales fueron sustituidos por señores del burgo, del pueblo, es decir, por la burguesía. Se hicieron revoluciones contra los soberanos reales y se apoderaron del poder los burgueses reales, unos, reciclados de la aristocracia y otros venidos del mundo de la novedosa economía de empresas de la modernidad. Estos fueron los nuevos soberanos, por primera vez plurales, más de uno, con poder político y económico compartido, y los siervos dejaron de ser vasallos pero no llegaban a ser ciudadanos, aquellos nuevos soberanos sólo tenían masas, solo querían tener masas arengadas y manipuladas, masas sin conciencia cívica y sin responsabilidad pública, masas-mano de obra y correas de transmisión.
Pero el tiempo pasó y el mundo evolucionó y nacieron las repúblicas, cuyo nombre habla por sí solo. Palabra compuesta por los vocablos latinos «Res» que significa «cosa» y la palabra «pública» que significa «del pueblo». Así nacía un proyecto de convivencia social donde por primera vez, los que habían venido a ser «estados-naciones» se convertían en repúblicas, es decir, acordaban organizarse como «una cosa pública», como «algo de todo el pueblo».
Los pocos «soberanos» de las aristas de la sociedad, es decir, las aristocracias del poder, del saber y del tener, eran desplazados, por lo menos en teoría, por un sujeto emergente, nuevo en su estatus político y tan viejo como cada ser humano, nuevo por la cuota de poder que le era reconocida, pero que era tan vieja como su condición de persona. Por primera vez en la historia de la humanidad, cada persona y no solo los libres como en Atenas, cada ser humano, por el simple y trascendental hecho de nacer en este mundo, nacía siendo soberano. En las repúblicas de los estados modernos ya no tienen ni lugar ni sentido las personas que viven como siervos, o son tratados como vasallos o permiten ser tratados como súbditos.
El tiempo pasó, el mundo evolucionó. Todo pasa. Y los antiguos súbditos se convirtieron en ciudadanos. Las masas despojadas de sus derechos y de su dignidad personal por un poder soberano en manos de uno o de un grupo, se convirtieron en pueblos responsables de ejercer su ciudadanía, es decir, su soberanía, o lo que es lo mismo, personas, adultas y libres, formadas e informadas, de tal manera y con todos los «secretos» de la nación, como para poder pensar con cabeza propia, expresar libremente lo que piensan sin temor a ser castigados por ello, y con el derecho y los espacios y estructuras adecuados para actuar según su conciencia, con el solo marco del respeto al derecho ajeno, la salvaguardia de la paz ciudadana y la búsqueda del bien común.
Después, y aún hoy, cuando se habla de soberanía se piensa sobre todo y primero en defender las fronteras y en defenderse de un enemigo externo que desea invadirnos o anexarnos. Y eso tiene su fundamento en esa larga historia de dominación entre los centros hegemónicos y los bloques ideológicos. Creemos que no habría soberanía nacional sin la soberanía conciente y ejercida por cada ciudadano, porque los gobiernos solos no pueden sostener ni resistir esos peligros. Cada vez más las fronteras ceden a la integración y las relaciones internacionales tratan de basarse en el respeto y el derecho de los demás. Preparar a los pueblos para defender sus fronteras es bueno, pero responde a una amenaza externa, y creemos que esta amenaza pueda potenciarse o disimular otra amenaza interna y solapada, que es la pérdida de la soberanía ciudadana que tiene como fruto y señal visible el desarraigo y un deseo irreprimible de salir, escapar, viajar hacia «lo de afuera» en una especie de exilio interno, externo o una emigración económica que habla muy mal de la supervivencia y la convivencia en el propio país. ¿No es esta pérdida de soberanía ciudadana, de poder ser, de poder tener, de poder saber, un peligro igual o mayor que la amenaza a nuestras fronteras nacionales? Ambas son indeseables y éticamente inaceptables. Repudiables y prevenibles, pero ¿a quién le correspondería la responsabilidad mayor en cada caso?
Este breve recorrido por siglos de experiencia de la humanidad, hecho casi esquemáticamente, podría servirnos para tomar conciencia del camino recorrido, de los siglos gastados por las sucesivas generaciones para pasar de la esclavitud a la libertad compartida y responsable. Han sido milenios de trabajo y educación, realizada por lo mejor de los pueblos para convertirse en naciones modernas. Han sido ríos de sangre, inenarrable violencia institucionalizada o permitida por el poder civil o religioso, han sido guerras cruentas y guerras «frías», de distinta manera criminales, en que las armas de las batallas campales se intercambiaron con las batallas ideológicas iguales de avasalladoras aunque distintas en método y sutilezas. Todas dañaron la dignidad y los derechos de la persona humana, todas trataron como soldados o como adoctrinados a los que debieron ser tratados como soberanos, es decir, como ciudadanos.
Tal sacrificio ha llegado a holocaustos, así en plural, a derecha e izquierda, de no se sabe qué centro también descentrado;lucha, en ocasiones, desquiciada por alcanzar el necesario equilibrio siempre precario, siempre en gestación, pero sin dejar de ser búsqueda de una mayor dignidad para cada persona, conquista de unos derechos, innatos a cada hombre y mujer, cada vez mejor reconocidos; en fin, siglos buscando que la soberanía venga desde abajo, venga al nacer cada persona y pueda ser ejercida, por todas y todos, con la cuota de libertad y responsabilidad que nada, ni nadie, pueda avasallar de nuevo, nada de lo viejo de esas épocas, ni autócratas del poder o aristócratas del tener, ni celosos señores guardianes del saber y de la información. El único soberano que hoy es y debería ser quien administrara el poder, el tener y el saber todo lo necesario para hacerse cargo de la «cosa pública», son los ciudadanos, eso si somos de verdad una República. Lo demás o es mueca, o es máscara o es ignorancia. O todo mezclado. Pero lo que es seguro es que es pasado. Absolutamente perteneciente al pasado.
Lo propio de los pueblos soberanos es buscar lo nuevo en el presente y acercar, por sí mismos, lo nuevo por venir.
Pero, ¿qué es lo nuevo en el mundo de hoy? ¿Lo verdaderamente nuevo?
Luego de las experiencias del liberalismo salvaje e individualista y del llamado socialismo impuesto y colectivista, el mundo no se va a parar, la historia no va a terminar. Si todo pasa, lo viejo y superado del pasado no podrá ser nunca lo nuevo del presente y mucho menos lo nuevo del futuro.
Del pasado, la experiencia y la lección. Del pasado, las conquistas de progreso y desarrollo de la humanidad. Y nada más.
Pero el presente no puede tener tufo a lo viejo superado o reciclado. No se trata ya de algo estrictamente político, se trata de algo esencialmente humano. Algo que se ha escapado de la mano de unos pocos y se ha hecho conciencia universal, aunque no realidad de todos los pueblos. Esto es ya algo nuevo: Lo nuevo debe salir de la soberanía ciudadana o no es verdaderamente nuevo.
Creemos que algo de lo nuevo, tarea de presente, visión de lo porvenir, pudieran ser algunas de estas proposiciones:
- Una educación para el uso de la libertad y la responsabilidad personal, que llegue a cada cubano y cubana, y que sea pensada, planificada, ejecutada y evaluada, no por un grupo hegemónico o centro de poder en Cuba o fuera de ella, sino descentralizadamente, por muchos cubanos y cubanas, sin discriminaciones políticas, filosóficas, religiosas, de sexo, raza, origen social, lugar de residencia.
- Pero educar para la libertad personal no basta, podría caerse en el individualismo. Es necesario educar para que las personas pasen de la condición de súbditos a la de ciudadanos plenos. Educar para la ciudadanía es, quizá, el reto más grande y más urgente de esta hora de Cuba y eso conlleva a vivir en comunidad de personas.
- Educar para la ciudadanía no es traspasar teoría del derecho es hacer espacios pequeños y viables para ejercer el derecho. Educar para la ciudadanía es empoderar, es dar poder a cada ciudadano, que no es lo mismo que darle un cargo real o simbólico desde el que no se puede discutir lo esencial ni lo importante, se trata de poner al alcance de cada persona los instrumentos del pensar por sí mismos, entonces no le tendremos que explicar las noticias y todo lo demás. Empoderar para ejercer la ciudadanía es poner al alcance de todos las herramientas para poder optar y elegir de verdad entre varias alternativas diferentes, así no tendremos que preparar antes las asambleas, o candidaturas, ni explicar cuáles son las mejores opciones sociales, éticas, políticas o culturales.
Empoderar para ejercer la soberanía ciudadana es dar la posibilidad real y plural, viable y diferente, a cada ciudadano y grupo de ciudadanos para crear o intervenir en estructuras de participación y decisión no manipuladas. Pero no para decidir en las minucias de los detalles insignificantes e intrascendentes. Eso se hace con los niños para que aprendan a ser responsables. Soberanía desde abajo es tratar de formar ciudadanos adultos, probar que lo son, creer de verdad que son adultos, confiar en que lo son y tratarlos como tales.
- Pero no basta para lo verdaderamente nuevo empoderar ciudadanos y ciudadanas, aunque eso es mucho y, quizás, más de la mitad de lo verdaderamente nuevo, hoy aquí. El individualismo, tan viejo como el ser humano, seguiría alimentando todo ello para un «sálvese el que pueda» o una opción más «light», más suave: un dejar pasar todo, dejar hacer a los demás, un indiferentismo cívico, verdadero cáncer de la cosa pública, es decir, de la democracia, que es otro nombre de la soberanía del pueblo. Es necesario ayudar a tejer, a reconstruir, el entramado de espacios de participación comunitaria, social, grupal, asociativa, que sean auténticas escuelas y talleres de solidaridad. Nos atrevemos a decir que la sociedad civil es el nuevo nombre de la democracia. El desarrollo del tejido autónomo y solidario de la sociedad civil es el nuevo nombre de la soberanía compartida. En una palabra, la sociedad civil debe ser el nuevo soberano.
- Ya lo dice el Compendio de la Doctrina social de la Iglesia, recientemente presentado en Cuba, y que debería ser un documento de consulta sistemática: la sociedad política está al servicio de la sociedad civil y no al revés. (CDSI no. 417 y siguientes) por tanto ese concepto nuevo, también en la práctica no solo para Cuba, podría ser un acicate para un cambio de mentalidad sin el cual toda educación, espacio de participación, estructura de gestión de la cosa pública, y tejido de la sociedad civil, quedaría desmantelado de su soberanía y del ejercicio de una ciudadanía responsable y decisoria. Luego, las mismas estructuras políticas, contando con su dinámica propia y cambiando las que sean un impedimento para lo nuevo y mejor, podrían ir gradualmente poniendo al alcance de los ciudadanos y grupos de la sociedad civil, la cuota de soberanía a la que siempre y en todo lugar, tienen derecho y deberían ejercer, por la sencilla razón de ser los soberanos en un sistema de convivencia verdaderamente participativo y socializado.
- Por último, intentar empezar por alcanzar los frutos, o cambiar el color de las flores, o cambiar las hojas y andar por las ramas, sin ir al tronco y la raíz de todo ello, sería proyectar la película al revés. Ya lo han experimentado otros pueblos, la soberanía vuelve a ser secuestrada por las mafias. La ciudadanía se pudre y se vende por la corrupción. La desilusión del analfabetismo cívico conduce a las masas inermes a una anomia de poder, del querer y del saber, que es la peor de las enfermedades sociales: es la anemia de la soberanía democrática que conduce, decepcionados de lo vendido como «nuevo», a la tentación de regresar a los viejos autoritarismos, populismos y mesianismos, sin presente profundo y sin futuro viable.
Una vez más, “el que no ponga el alma de raíz se seca”. Y el alma de lo nuevo es despertar la conciencia cívica, empoderarla con los instrumentos de la soberanía desde abajo, y dejar que ella misma vaya creando los espacios de participación democrática. El alma de lo nuevo es dejar libre la subjetividad de los ciudadanos para que creen su propia soberanía y para que organicen lo nuevo de su república, que es decir, organizar los nuevos espacios de la sociedad civil.
La puerta de lo nuevo, verdaderamente nuevo, no puede ser otra que la soberanía ciudadana.
Eso creemos, y eso proponemos a debate a todos los cubanos y cubanas que lo deseen soberanamente.

viernes, 23 de julio de 2010

SOLUCIÓN O PROBLEMA. IRSE DEL PAÍS


Todos nos hemos preguntado, alguna vez por lo menos, por qué tantos cubanos quieren marcharse de su país y a qué se debe que más de un millón de nuestros compatriotas hayan emigrado en las últimas tres décadas.

Muchos son los enfoques que intentan explicar esta realidad: problemas ideológicos, búsqueda de mejoras económicas, exilio político, escape a las dificultades y penurias en que hemos vivido, nuevos espacios de realización personal, conocer algo nuevo...

En los últimos años se ha incrementado el número de personas que desean marcharse del país y lo intentan desesperadamente por cualquier vía y medios, y aumentan también las explicaciones y razonamientos que, de todos lados, se procura dar al hecho de la creciente e imparable emigración cubana.

Habría, en todo caso, que dejar bien claro antes de seguir adelante que emigrar es un derecho consagrado universalmente en el artículo 13 de la declaración de los derechos del Hombre proclamada por la ONU el 10 de Diciembre de 1948 que dice: "Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país". Y en el artículo 14. (1) dice además: "En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país".

Pero no es este derecho inalienable lo que deseamos presentar en este editorial. Queremos ir más al fondo del problema, no a sus motivaciones que todos conocemos, desde uno u otro enfoque, sino a su significado y consecuencias.

¿Es realmente la salida del país, una solución para los cubanos o un problema?

Si nos quedamos en la superficie, esta pregunta puede parecer ingenua. Para otros podría ser dolorosa... Nosotros creemos que es necesaria.

En todos los tiempos, si usted es un perseguido político y se encuentra en una situación límite, con riesgo de su vida o la de su familia, o al borde de la resistencia psicológica o en una penuria económica y social insostenible... el exilio ha sido una última salida para su problema personal y familiar, si logra salir con toda su familia.

¿Ha sido esta la situación del millón y medio de cubanos que se ha ido del país? Si la respuesta fuera negativa tendríamos ya una apreciación sobre el asunto. Si la respuesta fuera positiva, podríamos seguir preguntándonos si la solución es ir resolviendo "uno a uno", los problemas personales y familiares o buscar -entre todos- la solución al problema de los cubanos. es como si para curar a un enfermo se fuera extirpando célula a célula, sanas o enfermas. ¿Con eso se mejoraría?

Contra todo pesimismo, consideramos que se pudiera resolver el problema de Cuba si en lugar de escapar uno a uno de esta situación nos pusiéramos a resolverla entre todos, haciendo lo que tenemos que hacer, reconozco que es una opción. Pero nos parece que sería la mejor opción.

Una de las trampas en que casi todos hemos caído históricamente es sucumbir y secundar aquella falsa disyuntiva que nos priva del derecho de ser como somos y empobrece a la nación porque le resta muchos talentos y capacidades de sus hijos: "O te adaptas o te vas del país". Lo que significa: "O te acomodas a las cosas como están o abandonas tu Patria porque no cabes en ella".

O peor aún: "O te haces igual a una forma de pensar y actuar o tienes que irla a buscar fuera".

Si entramos en esta encrucijada:

Hemos perdido la iniciativa personal, pero al irnos "parece" que ganamos esa iniciativa; hemos renunciado al derecho de ser iguales y diversos en nuestro país, pero al irnos nos "creemos" que estamos ejerciendo un derecho mayor.

Estamos renunciando a la nación -casa de todos- para dejar en manos de algunos la nación.

Si permanecemos en Cuba, siendo como somos, pensando como pensamos, actuando en consecuencia, asumiendo los riesgos que esto conlleva en una sociedad como la nuestra, dialogando con todos los que deseen dialogar porque les interesan los problemas de Cuba y no sólo sus problemas personales o familiares, entonces Cuba podrá contar con más hijos, con más posibilidades humanas, con más virtud, -que es fuerza interior irrefrenable- para que tengamos una Patria mejor.

Buscar fuera la solución de "mi problema" es un derecho individual.

Buscar fuera la solución de "nuestros problemas" es renunciar a las posibilidades de resolverlos entre nosotros y desconfiar en la capacidad de los cubanos de aquí para hacer lo que les corresponde por derecho propio.

Buscar la solución a "nuestros problemas" permaneciendo en Cuba con las máscaras de la doble moral o en un exilio interno creándonos artificialmente -a fuerza de dólares- un mundo distinto al resto de los que no tienen esa posibilidad, es otra forma mucho más enfermiza -alienada- de resolver "mis problemas".

Una solución más constructiva sería, cultivar poco a poco, otras opciones:

Empezar por reconocer que el binomio "o te vas o te acomodas a esto" es falso y excluye la riqueza del pluralismo, la igualdad de derechos y el ejercicio de la propia ciudadanía.

Remontar el pesimismo y el espanto de que no hay nada que hacer si permanecemos aquí siendo lo que somos y actuando en consecuencia, aceptamos audazmente las consecuencias.

Descubriendo que en mi propio medio, por muy reducido e insignificante que sea, mi sola presencia, distinta al patrón de pensamiento y comportamiento, es ya algo que se puede hacer. Y algo más eficaz por la fuerza del ejemplo.

Ejercer la posibilidad, que siempre nos brindan nuestras relaciones humanas transparentes y honestas, de crear nuevos espacios donde podamos ser y expresar lo que somos y queremos: -Ambientes familiares, amistosos, informales, donde cada cubano pueda realizarse como persona y como miembro activo y responsable de la sociedad civil.

Y otras muchas opciones que la creatividad y capacidad de recuperación de los cubanos podamos ir inventando. Así cuando algunos jóvenes y otros muchos nos vengan a preguntar qué sentido tiene permanecer aquí en las actuales condiciones, podemos tener algo serio y audaz que responderles para que le encuentren sentido a sus vidas...

Y si no encontramos algo conveniente que decirles, por lo menos permanezcamos viviendo aquí... buscando, juntos, soluciones a nuestros problemas, sin abandonar a Cuba a su suerte y sin buscar su suerte lejos de aquí...

domingo, 11 de abril de 2010

Guerra de las cartas..


Carta del 31 de marzo de 2010 [De Silvio Rodríguez a Carlos Alberto Montaner]
Preguntas de un trovador que sueña
(a Bertold Brecht, por sus Preguntas de un obrero que lee)
Si el flautista de Hamelín partiera con todos nuestros / hijos ¿comprenderíamos que se nos va el futuro? / Si ese futuro que se nos va supiera adónde lo lleva el / flautista de Hamelín ¿partiría con él?
Si un huelguista de hambre exigiera que Obama levantara / el bloqueo ¿lo apoyaría el Grupo Prisa?
Si los miles de cubanos que perdimos familia / en atentados de la CIA hiciéramos una carta de denuncia / ¿la firmaría Carlos Alberto Montaner?
Si algunas firmas meditaran antes de condenar las / cárceles ajenas ¿resultarían incólumes las propias?
Si un líder del norte es un líder / ¿por qué es caudillo el que nació en el sur?
Si la política imperial es responsable de algunas de / nuestras desgracias ¿no deberíamos liberarnos también / de esa parte de la política imperial?
Si condenamos la guerra fría ¿nos referimos a toda / o sólo a la porción ajena?
Si este Gobierno ha sido tan malo ¿de dónde / ha salido este pueblo tan bueno?
Aborto (marque con una cruz): / asesinato, hedonismo, piedad
Homosexuales (marque con una cruz): / Elton John advierte que Cristo era gay
¿Quién le importa al PP? (marque con una cruz): / ¿Zapata o Zapatero?
Si la Casa Blanca devolviera Guantánamo y acabara el / embargo ¿qué posición (común) adoptaría / el Kama-Sutra europeo?
Si el que hoy maldice ayer bendijo / ¿con quién pasó la noche?
Si de veras nos haría tanto daño una amnistía / ¿por qué no me lo explican?
Si la suma de ambas intransigencias nos extingue y la / nada baldía nos arrastra al pasado ¿nuestros hijos / tendrán lo que merecen?
¿Qué pasa con los negros? ¿Qué pasa con los amarillos? / ¿Qué pasa con los blancos?
¿Qué pasa con los rojos, con / los azules e incluso con los hombrecillos verdes?
Si alguien roba comida y después resulta que no da la vida / ¿qué hacer?
Si otro Martí naciera entre nosotros ¿podría ser / emigrante, rapero, cuentapropista, ciudadano provincial / en una chabola periférica?
Patria, Universo, Vida, respeto al semejante / y todos Venceremos un poquito


Carta del 1 de abril de 2010 [De Carlos Alberto Montaner a Silvio Rodríguez]
El cantautor Silvio Rodríguez me ha hecho una pregunta públicamente. Se la voy a responder. Es un magnífico y admirado compositor al que debe tomársele en cuenta. Dice Silvio: "Si los miles de cubanos que perdimos familia en atentados de la CIA hiciéramos una carta denuncia ¿la firmaría Carlos Alberto Montaner?". La pregunta forma parte de lo que parece ser un poema o la letra de una canción inédita. El texto se titula "Preguntas de un trovador que sueña" y está disponible en un website llamado Kaosenlared.net, vertedero ideológico en el que es posible leer elogios a los narcoterroristas de las FARC o a los asesinos de ETA, pero donde, de vez en cuando, aparecen críticas lúcidas a la dictadura cubana.
Por supuesto, Silvio: yo firmaría esa denuncia. La CIA, como todos los servicios de inteligencia, ha hecho cosas deplorables que merecen ser censuradas. Y las ha hecho el ejército norteamericano cuando maltrató cruelmente a los prisioneros. Y las sigue haciendo el Departamento de Justicia de Estados Unidos, y hasta la Corte Suprema, cuando priva a ciertos detenidos del amparo de la ley. Todo eso, incluida la pena de muerte, me parece abominable y contrario a un verdadero Estado de Derecho en el que se respeten las libertades individuales.
Ahora, Silvio, me toca preguntarte a ti: ¿firmarías una carta en la que se denunciaran los atropellos a los presos políticos cubanos y el acoso a las Damas de Blanco? Una carta en la que mostraríamos nuestro respeto por Orlando Zapata Tamayo, Guillermo Fariñas y todo aquel dispuesto a morir defendiendo su dignidad de ser humano. Una carta en la que solicitaríamos la condena a los policías responsables de la muerte de 41 infelices, la mayor parte niños y mujeres, que huían de Cuba en un barco en la madrugada del 13 de julio de 1994. Una carta en la que los cubanos les pediríamos perdón a los somalíes por la matanza de miles de personas llevada a cabo en 1977 y 78 por el ejército cubano en la Guerra de Ogadén, cuando Cuba se alió a la dictadura etíope. Una carta en la que se condenara la censura, el dogmatismo, el partido único, la persecución a las personas por tratar de defender sus ideas políticas, sus creencias religiosas, sus preferencias sexuales. Una carta en la que les dijéramos a los hermanos Castro que 51 años es un periodo demasiado prolongado para continuar imponiéndoles a los cubanos un sistema fallido y cruel en el que ya casi nadie cree, comenzando por ti, Silvio, y por tu talentoso hijo "Silvito", músico, como tú, a quien apodan "el Libre" para diferenciarlos, porque Silvito ha decidido cantar y decir lo que piensa.
Voy a contestar por ti, Silvio: yo creo que la firmarías. Y creo que la firmaría el 90% de los cubanos, hartos ya de esa vieja dictadura de difuntos y flores. Y te diría más: es importante que todos los cubanos interesados en salvar el futuro (porque el pasado lo hemos hecho añicos irremediablemente), los de la oposición democrática y los reformistas del régimen, como es tu caso, se encuentren en un punto medio para buscar una salida a la trampa que nos van a legar los hermanos Castro cuando decidan morirse y nos dejen como herencia un manicomio empobrecido y sin ilusiones patrullado por una legión de policías corruptos.
Hace pocas fechas dijiste que a la palabra "Revolución" hay que quitarle la "R" para comenzar a evolucionar. De acuerdo. ¿Cómo se hace ese prodigio? Se hace vaciando las cárceles de presos políticos, permitiendo la libre expresión de las ideas y la asociación espontánea y sin coacciones de las personas. No se trata de determinar ahora hacia dónde debe ir el país. Lo que se impone en este momento es abrir los cauces de participación para que los propios cubanos cambien todo lo que haya que cambiar y decidan democráticamente el rumbo que debe seguirse. Después, poco a poco, sin violencia, sin revanchas, pacíficamente, elección tras elección, las piezas irán cayendo en su lugar hasta que salgamos de la etapa actual y la sociedad, si así lo decide libremente, redefina el Estado y el perfil de la convivencia.
¿Hacemos esa carta juntos? Atrévete.
Carlos Alberto Montaner
Miami


Carta del 2 de abril de 2010 [De Silvio Rodríguez a Carlos Alberto Montaner]
Montaner:
Mi hijo Silvio-Liam es una voz que comienza a extender sus verdades. El ama a nuestro Apóstol, no le resulta incómodo, no desea borrarlo de la Historia. A él no le crispa que Martí haya dicho: "Viví en el monstruo y le conozco las entrañas". Él escogió ponerse "el libre" por no sentirse atado. Asume haber nacido así y su padre aplaude que lo sienta y lo diga en su clave generacional.
Desconoces la razón de un joven, pero intentas apropiártelo. No pareces comprender mucho lo que aseguras defender. ¿Será costumbre tuya? Diseñas una Cuba distorsionada que propagan las monstruosas cadenas. Cortando y pegando repartes un odio que ha derribado aviones llenos de inocentes. Siempre he reprobado el hundimiento del remolcador "13 de marzo". Pero quién va a creer que te importan los muertos somalíes, cuando no te interesan los cubanos que dieron su vida por un fingido prócer. A mí me conforta saber que no fue en vano el sacrificio de los caídos en Angola. No sólo porque los haya visto combatir y morir pobres y limpios, sino porque fueron consagrados en la eternidad por Nelson Mandela.
Atrévete, Carlos Alberto, a afirmar que Mandela mintió cuando dijo que la presencia cubana en África significó el principio del fin del apartheid.
Sé que tus argucias serán multiplicadas mil veces más que cualquier verdad desde Cuba. Desde esta dignidad cercada continuaré cantando lo que pienso: Sigo con muchas más razones para creer en la Revolución que en sus detractores. Si este gobierno es tan malo ¿de dónde salió este pueblo tan bueno?
Atrévete un día a respetar al prójimo. Atrévete a expulsar la soberbia. Atrévete a merecer un pueblo como este.
Silvio Rodríguez Domínguez
La Habana, Cuba


Carta del 3 de abril de 2010 [De Carlos Alberto Montaner a Silvio Rodríguez]
Estimado Silvio Rodríguez,
Me has respondido con cierta vehemencia. No te gustó mi anterior contestación a una pregunta tuya. Ojalá estos papeles tengan mejor suerte. Mi intención no es hostilizarte, sino conversar civilizadamente. Veamos.
Dices: "Mi hijo Silvio-Liam es una voz que comienza a extender sus verdades. El ama a nuestro Apóstol, no le resulta incómodo, no desea borrarlo de la Historia. A él no le crispa que Martí haya dicho: "Viví en el monstruo y le conozco las entrañas". Él escogió ponerse "el libre" por no sentirse atado. Asume haber nacido así y su padre aplaude que lo sienta y lo diga en su clave generacional".
Yo también, Silvio, respeto la memoria de Martí, el más ilustre de todos los cubanos, pero no sólo el que, con bastante sagacidad y razón, temía los impulsos imperialistas de Estados Unidos a fines del siglo XIX, sino, además, el que criticó severamente a Marx y alabó a los empresarios con iniciativa al grado de afirmar: "Pero los pobres sin éxito en la vida, que enseñan el puño a los pobres que tuvieron éxito; los trabajadores sin fortuna que se encienden en ira contra los trabajadores con fortuna, son locos que quieren negar a la naturaleza humana el legítimo uso de las facultades que vienen con ella.
Como coincido con Martí, Silvio, y no con Fidel, a mi me parece muy bien que alguien con tu talento haya podido enriquecerse legítimamente, tener propiedades dentro y fuera de Cuba y poseer una próspera empresa de grabaciones construida con el producto de su esfuerzo. Lo que quisiera es que ese privilegio que te han concedido se convierta en un derecho y se extienda a todos los cubanos. Es cruel y terriblemente empobrecedor que tanta gente talentosa y con iniciativa, como hay en Cuba, tenga que vivir subordinada a los caprichos de los comisarios y los burócratas.
Pero volvamos a la generación de tu hijo, la de Silvito "el Libre", que es, también, la de los míos, y la de Yoani Sánchez y Gorki Águila. ¿No te parece criminal que esos jóvenes estén obligados a suscribir las ideas y prejuicios de unos confundidos octogenarios, paralizados por el miedo y el dogmatismo, que adquirieron sus juicios morales y su percepción de la realidad y de los conflictos sociales hace sesenta años, en otras circunstancias radicalmente diferentes? Tenemos que liberar a las jóvenes generaciones de esa carga nefasta para que sean capaces de construir libremente sus vidas. Eso es urgente.
Sigo con tu carta. Dices: "Diseñas una Cuba distorsionada que propagan las monstruosas cadenas. Cortando y pegando repartes un odio que ha derribado aviones llenos de inocentes. Siempre he reprobado el hundimiento del remolcador 13 de marzo".
¡Ay, Silvio! ¿Diseño una Cuba distorsionada? ¿Te parece poco que, desde que se instauró la revolución, hace ya más de medio siglo, el 20 por ciento de la población ha huido a bordo de cualquier cosa, pagando el intento con varios miles han muertos? ¿Son falsos los fusilamientos, los maltratos en las cárceles, los actos de repudio a quienes se atreven a criticar al régimen? ¿Es mentira la censura?
¿Recuerdas cuando apaleaban a los cubanos por quererse ir del país en aquellos "actos de repudio", que no han cesado nunca porque hoy los organizan contra las Damas de Blanco y los demócratas de la oposición? ¿Se te ha olvidado como encerraban a los homosexuales en campos de concentración, como los echaban de la Universidad tras humillarlos públicamente? ¿No es verdad que en la primavera del 2003 encarcelaron y condenaron a penas de hasta 28 años de cárcel a 75 personas por prestar libros prohibidos, pedir un referéndum y escribir crónicas en los diarios extranjeros?
¿Qué tiene que ver la denuncia de esas monstruosidades con el condenable derribo de un avión de "Cubana de Aviación" lleno de inocentes, crimen que me parece repugnante? Tú condenas, y yo creo en tu sinceridad, el hundimiento del remolcador "13 de marzo" y el asesinato en ese episodio de 41 personas, pero ¿por qué no alzaste tu voz en la Asamblea Nacional del Poder Popular para denunciar el crimen? Eras un diputado, un representante de la sociedad. ¿Por qué callaste? Si quienes pueden hablar no se atreven a hacerlo se convierten en cómplices de la barbarie y contribuyen a perpetuarla. Quienes desean cambios deben proclamarlo con valentía.
Y luego dices: "Pero quién va a creer que te importan los muertos somalíes, cuando no te interesan los cubanos que dieron su vida por un fingido prócer. A mí me conforta saber que no fue en vano el sacrificio de los caídos en Angola. No sólo porque los haya visto combatir y morir pobres y limpios, sino porque fueron consagrados en la eternidad por Nelson Mandela. Atrévete, Carlos Alberto, a afirmar que Mandela mintió cuando dijo que la presencia cubana en África significó el principio del fin del apartheid".
Claro, Silvio, que me importan los miles de muertos somalíes exterminados por el ejército de Cuba en una guerra desigual y sin piedad que nada tenía que ver con la lucha contra el apartheid y sí con darle una victoria a la dictadura etíope, entonces aliada de la URSS. Como me importan, y mucho, los tres mil cubanos que dejaron la piel en África, sólo porque Fidel Castro, sin consultar con nadie, ni siquiera con el Partido Comunista, decidió convertirse en un líder planetario y transformó a la pobre Cuba en la punta de lanza de sus apetencias de renombre internacional y en el peón más agresivo y oportunista de la Guerra Fría.
¿Para qué tanto sacrificio? Al final, las tropas cubanas, entre otras ironías de esa insensata carnicería, acabaron custodiando los intereses petroleros norteamericanos en la zona de Cabinda, y hoy Angola es una nación capitalista deseosa de olvidar los años en los que planeaba construir un estado calcado del modelo soviético. En Angola ya nadie recuerda aquel proyecto revolucionario por el que murieron tantos cubanos inútilmente.
¿No crees que es hora de poner punto final a la utilización del pueblo como carne de cañón para saciar las ansias de notoriedad de una camarilla sedienta de poder y gloria? ¿No crees que el arrendamiento de profesionales cubanos para pagar deudas, como si fueran esclavos, en nombre de la solidaridad internacional, es una ofensa profunda al honor nacional?
Mi admirado Mandela, Silvio, no mintió: tiene, sencillamente, un ángulo diferente al mío sobre el papel de las tropas cubanas en África. En todo caso, lo que me emociona de Nelson Mandela no es su discutible opinión sobre el rol de las tropas cubanas en ese continente, sino esa democracia y esa libertad sin ira que les llevó a todos los sudafricanos en lugar de seguir el ejemplo totalitario de Fidel.
Terminas tu carta de una forma curiosa: "Sé que tus argucias serán multiplicadas mil veces más que cualquier verdad desde Cuba. Desde esta dignidad cercada continuaré cantando lo que pienso: Sigo con muchas más razones para creer en la Revolución que en sus detractores. Si este gobierno es tan malo ¿de dónde salió este pueblo tan bueno?
Concuerdo contigo, Silvio, en que la prensa libre será más generosa con mis explicaciones que con las tuyas, pero no es tu culpa. El mundo al que se adscribía la revolución cubana se derrumbó con el Muro de Berlín y hoy esa dictadura es sólo un viejo y desacreditado fósil, apenas emparentado con Corea del Norte, porque ya ni siquiera China y Vietnam son regímenes comunistas, aunque, lamentablemente, sigan siendo dictaduras gobernadas por un partido único con mano de hierro.
No obstante, me parece legítimo que continúes cantando lo que piensas e insistas en defender la revolución y la dictadura comunista. Ese es tu derecho. Te diré más: la Cuba con la que sueñan millones de cubanos debe ser un país en el que tú puedas cantar lo que piensas, pero en el que también quepan Gloria Estefan, Willy Chirino, Paquito D?Rivera y Los Aldeanos. Una Cuba sin exclusiones.
Entre todos, Silvio, tenemos que forjar esa Cuba tolerante en la que no se persiga a nadie por manifestar sus ideas. No te equivocas cuando dices que el cubano es un pueblo "bueno". Todas las dictaduras comunistas padecían malos gobiernos, pero tenían pueblos buenos en los que no faltaban los Sajarov, los Walesa y los Havel. En Cuba también abunda esa clase de héroes. Muchos están presos.
Tenemos que encontrarnos en un claro de la historia patria para darnos ese abrazo de reconciliación, libertad y cambio que casi todos anhelamos. Saltemos sobre nuestras diferencias, Silvio, y hagamos un mundo mejor para nuestros hijos. Un mundo democrático y libre, como esas veinte naciones que están a la cabeza del planeta; esas veinte naciones a las que quieren escapar tantos cubanos jóvenes, como tú mismo acabas de advertir muy preocupado. Entre todos, Silvio, pacíficamente, podemos cambiar nuestro destino y salvar el futuro.
Con genuina cordialidad cívica,
Carlos Alberto Montaner
Madrid.


Carta del 9 de abril de 2010 [De Silvio Rodríguez a Carlos Alberto Montaner]
(Segunda réplica a Carlos Alberto Montaner. Letanía)
Montaner:
Sé que, cuando Marx murió, Martí le dedicó algunas frases de homenaje, si mal no recuerdo "por haberse puesto de parte de los pobres". Por favor, ilústrame y muéstrame las "críticas severas" del Apóstol al autor de El Capital.
Montaner:
Antes de la Revolución, la mayoría de los cubanos no podía ni soñar con tener casa propia. Mi familia entre ellos. El único inmueble que ahora mismo poseo es mi casa. Infórmate mejor, porque hasta el día de hoy no tengo propiedades o empresas en Cuba o en el extranjero.
Montaner:
En algunas entrevistas y canciones, a través de una trayectoria de más de 40 años, he señalado lo que he considerado criticable del proceso revolucionario. En otras he apoyado este proceso, sin caer jamás en el servilismo o el panfleto. No hay dualidad en esto. En ambas facetas soy el mismo cubano pretendiendo asistir a los suyos.
Montaner:
No me molesta un gobierno de ancianos. En muchas culturas antiguas tener edad, por la sensatez inmanente, era un requisito para gobernar. Acuérdate de que tú también adquiriste tus "juicios morales, tu precepción de la realidad y de los conflictos sociales" hace medio siglo. No pretendas venderte como prospecto de la generación del dos mil, que no te queda bien.
Montaner:
Los fusilamientos se originaron en los primeros meses de la Revolución, contra criminales de guerra del batistato: torturadores y asesinos probados en los juicios que el pueblo de Cuba miró sobrecogido. La guerra despiadada que nos impuso la CIA obligó al gobierno a mantenerla como medida persuasiva. Con los años me he dado cuenta de que la pena de muerte es algo que debiera abolirse en todo el mundo, por incivilizada. Estoy convencido de que el cese de las hostilidades contra Cuba sería el principio del fin de la pena de muerte en nuestra Patria.
Montaner:
La oposición, en las prisiones, enfrenta el mismo drama que en las calles: no tienen pueblo, sus posiciones los alejan de las masas. En el 2008 más de treinta artistas e intelectuales visitamos 16 prisiones y cantamos ante más de 40 mil reclusos. Los malos tratos que ustedes manifiestan no tienen nada que ver con la mucha preocupación que vimos en las autoridades carcelarias de todos los penales que visitamos. El mismo hecho de que exista un movimiento de aficionados tan poderoso en las prisiones cubanas contradice profundamente la versión que ustedes propagan.
Montaner:
No estoy de acuerdo con los actos de repudio, pero otros cubanos se indignan hasta el punto de cometerlos. Los cubanos de Miami hacen lo mismo. Debe ser la parte triste de nuestro karma. Encuentro lógico que las madres y esposas de los presos se preocupen por sus familiares y que lo manifiesten. No me parece muy honesto que reciban ayuda económica de otro gobierno y mucho menos de connotados terroristas, como parece ser el caso de ciertas señoras. La censura, como en otros países, existe en Cuba. Y ahí donde estás ahora mismo, existe también, sobre todo para los que no piensan como tú.
Montaner:
Me parece que no te corresponde decir lo que recuerdan los angoleños. A mí me consta que recuerdan mucho y bien la desinteresada ayuda de los cubanos. En Cuba nunca se ha usado una gota de combustible de Cabinda, donde estuve personalmente y vi caer a hombres extraordinarios, defendiendo ese petróleo para que una Angola soberana decidiera su suerte.
Montaner:
Si tanto deseas que Cuba sea mejor, cambia tu lógica y empieza a luchar contra el bloqueo. El bloqueo es genocida, inmoral, impresentable. Mientras exista será la justificación para no bajar ni un ápice la tensión defensiva. Si quieres tanto a los somalíes, supongo que debes querer al menos igual a los niños cubanos. Pues bien: los niños cubanos, gracias al bloqueo, este año no podrán entrar masivamente a los conservatorios musicales. Y no me vayas a decir que el gobierno cubano se volvió loco y ahora quiere destruir lo que construyó. En tus manos queda hacer felices a cientos de miles de niños del país en que naciste.
Por eso, Montaner:
Lucha contra el bloqueo para que el talento que lleva 50 años floreciendo no se frustre.
Con probada vocación patriótica e internacionalista,
Silvio Rodríguez Domínguez.
La Habana, 9 de abril de 2010
PD: La todopoderosa "Gran Prensa" que te apoya ya empezó a publicar versiones convenientes de este careo. Sé demócrata cabal (y cívico) y pídeles que muestren íntegras mis palabras.

CARLOS ALBERTO MONTANER: Tercera respuesta a Silvio Rodríguez

Silvio: Como te veo tan firme en tu deseo de comunicar tus ideas y de informarte sin obstáculos ni censuras, creo que debes pedir pública y enérgicamente esos mismos derechos para el resto de nuestros compatriotas. Eso es lo honorable. Debes encabezar esa protesta para que Yoani y los periodistas independientes puedan divulgar sus textos sin ser encarcelados, golpeados o amenazados por la policía. Tras leer lo que escribes, estoy seguro de que te parece repugnante que la policía política se dedique a impedir que los cubanos oigan estaciones de onda corta, vean por cable los canales de la televisión extranjera y se vinculen a Internet. No es justo que sólo tú, Amaury Pérez y otros pocos privilegiados tengan acceso a esas fuentes de información. Eso debes denunciarlo. Es un escandaloso agravio comparativo.

Silvio: Por supuesto, es importante --luego explico por qué-- que conozcas las críticas de José Martí a Marx y al socialismo. Cuando murió el pensador alemán en 1883, Martí, que no ignoraba su obra, escribió una frase perfecta para precisar su juicio crítico: ``Como se puso del lado de los débiles, merece honor. Pero no hace bien el que señala el daño y arde en ansias generosas de ponerle remedio, sino el que enseña remedio blando al daño. Espanta la tarea de echar a los hombres sobre los hombres''.

Es decir, Martí, como cualquier persona compasiva, admiraba las intenciones de Marx, pero como cualquier persona sensata y conocedora de la naturaleza humana, censuraba sus métodos violentos. Razonamiento que reitera años más tarde en una carta a su amigo Fermín Valdés Domínguez: ``Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras: el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas, y el de la soberbia y rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombros en los que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados''.

Silvio: Como has dedicado una de tus más bellas canciones al Mayor General Ignacio Agramonte, tan admirado por Martí, el gran héroe militar y civil de la Guerra de 1868, te transcribo un párrafo de lo que Agramonte, y probablemente muchos de los jefes insurrectos más educados, pensaban del centralismo y del comunismo: ``La centralización hace desaparecer ese individualismo, cuya conservación hemos sostenido como necesaria a la sociedad. De allí al comunismo no hay más que un paso; se comienza por declarar impotente al individuo y se concluye por justificar la intervención de la sociedad en su acción destruyendo su libertad, sujetando a reglamento sus deseos, sus pensamientos, sus más íntimas afecciones, sus necesidades, sus acciones todas''.

Hay otros pasajes muy reveladores que muestran el rechazo del Apóstol al colectivismo (como la reseña que Martí le hace a La futura esclavitud de Herbert Spencer), pero a estas alturas discutir lo que Martí pensaba de Marx y del socialismo sería un ejercicio académico casi inútil, si no fuera porque Fidel Castro ha montado la legitimación histórica de su dictadura sobre la falsificación del pensamiento de Martí.

Silvio: El absurdo silogismo que Fidel les ha impuesto a los cubanos, y que espero que tú, como persona inteligente, no suscribas, tiene la siguiente secuencia: la revolución tomó el curso marxista porque ésa, o muy cercana a ésa, era la ideología de Martí; quienes gobernaron la República, entre 1902 y 1958, traicionaron el ideario martiano; los revolucionarios que derrotaron a Fulgencio Batista, y desde entonces controlan el país, son los verdaderos herederos del espíritu de Martí y de los mambises que pelearon contra España por la independencia.

El colofón de esta disparatada fantasía histórica, absolutamente alejada de la verdad, es que la autoridad moral para mandar a los cubanos la tiene Fidel Castro con carácter permanente porque él es el descendiente directo de Martí, una figura por la que los cubanos tenemos una devoción especial, ergo su estirpe moral, la de Fidel, es la de los luchadores independentistas del siglo XIX.

Silvio: No es cierto: las raíces del régimen cubano están en las supersticiones del marxismo-leninismo, en el modelo de gobierno calcado de la Unión Soviética, y en las prácticas de control político aprendidas del KGB. Martí, que era un demócrata liberal convencido de las virtudes republicanas, creyente en la existencia de los derechos naturales, no tiene la menor responsabilidad en este engendro. Fueron Fidel, Raúl y el Che los que traicionaron un movimiento insurreccional que prometía elecciones democráticas, libertades y la vuelta a la Constitución de 1940. Lejos de venir de Martí, la dictadura de los Castro traicionó el ideario martiano. ¿Recuerdas cuando Fidel, al principio, juraba una y otra vez que ni él ni la Revolución eran comunistas?

Silvio: Es verdad que muchos cubanos no tenían casa propia. La nuestra, la que visitaba Fidel para conversar con mi padre, su amigo, en la calle Tejadillo, y a donde alguna vez acudió junto a mi tío Pepe Jesús Ginjaume Montaner, jefe de Fidel en la violenta organización llamada Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR), también era alquilada. ¿Y qué? Celebro que hayas podido comprar una casa con el fruto de tus éxitos. Pero, ¿la puedes vender? ¿Puedes disponer de ella como en los países libres disponemos de las propiedades? Si es así, gozas de un raro privilegio. En cambio, si te sucede como al resto de los cubanos, no has comprado una casa, sino el precario derecho a usar una vivienda en las condiciones que el gobierno dispone. Cuba, además, debe ser el único país de Occidente en el que un buen profesional, trabajador, prudente y ahorrativo, no puede adquirir propiedades con el fruto de su esfuerzo porque el gobierno lo impide. No todos tienen tu suerte.

Silvio: Los cubanos quieren tener propiedades realmente. Quieren poder venderlas y comprarlas sin que el Estado los persiga. Quieren abrir sus propios negocios, como hacen los extranjeros. Quieren retomar el control de sus vidas, secuestradas por los burócratas del Partido bajo la vigilancia de la policía política. Quieren generar riqueza y disfrutarla. ¿Por qué los jugadores de béisbol o los boxeadores no pueden explotar su talento en el extranjero en su propio beneficio sin ser tratados como traidores por el gobierno? ¿Por qué para poder vivir bien tienen que arriesgarse a navegar en una balsa hasta la Florida o ``desertar'' en un viaje al extranjero? ¿Cómo se puede defender un régimen que declara que el cerebro de la Dra. Hilda Molina (entre mil ejemplos) le pertenece a la revolución y la deja retenida en Cuba durante más de una década sin poder usar ni su cerebro ni sus hábiles manos de neurocirujana? ¿No te resulta eso un atropello abominable contra el derecho de las personas a definir y buscar su propia felicidad?

Silvio:

Supongo que una parte importante de tus ingresos deriva de los dólares o euros que recibes en calidad de derechos de autor. Eso me parece muy bien, pero ¿qué pasa con ese 99.99% de cubanos a los que solamente les pagan en pesos? Oficialmente, el peso y el CUC, que es la divisa convertible cubana, valen aproximadamente lo mismo. El salario promedio de los cubanos es de unos 300 pesos. Sin embargo, en el mercado paralelo, que es oficial y es el de verdad, el que cuenta, el cambio es de 20 a 1. Los cubanos ganan, realmente, unos cincuenta centavos de dólar al día. Es la estafa perfecta, Silvio. El gobierno, como los peores tahúres, maneja dos monedas: a los obreros cubanos les pagan por su trabajo con la moneda mala, pero les venden los productos apetecibles en la buena.

Silvio:

Dices que has señalado lo que te parece criticable del proceso. No me consta. Ojalá. Como soy admirador de tu obra conozco varias de tus canciones, pero no todas. No sé si alguna vez alzaste tu voz en el parlamento contra la represión y la censura, o si escribiste alguna canción en defensa del proletariado esquilmado y sin derechos, pero, si ocurrió, yo no tuve noticias. Ignoro si alguna vez te inspiraste en los miles de balseros ahogados tratando de alcanzar la libertad. No recuerdo una sola línea tuya en defensa de los héroes de la revolución fusilados o encarcelados por la dictadura. Ojalá existan esos testimonios.

Silvio:

No estoy hablando de los militares de Batista, que fueron, por cierto, condenados a muerte o a largas penas en juicios sumarios sin garantías, sino de Huber Matos, Comandante de la Revolución, que pasó 20 años en la cárcel por escribirle a Fidel una carta privada en la que renunciaba al Ejército Rebelde por no estar de acuerdo con el comunismo. Me refiero a Mario Chanes, que acompañó a Fidel y a Raúl en el asalto al Moncada y luego en la expedición del Granma, y cumplió 30 años de presidio injusto. Me refiero a los cientos de dirigentes y militantes de la revolución a los que la dictadura mató o trituró en las cárceles. Supongo, Silvio, en que concuerdas conmigo en que esa crueldad era criticable. ¿La denunciaste?

Silvio:

Afirmas que no te molesta padecer un ``gobierno de ancianos'' y me adviertes que yo también formé mis juicios morales, mi percepción de la realidad y de los conflictos sociales hace medio siglo. Pero hay una diferencia, Silvio: el rasgo más evidente y lamentable de los hermanos Castro es la incapacidad para aprender y cambiar. Estos señores, tras medio siglo de fracasos, y tras haber devastado a Cuba con los caprichos más inverosímiles (desde fabulosas vacas lecheras hasta dulces vaquitas enanas y caseras; desde gallineros domésticos hasta hortalizas hidropónicas en el cuarto de baño), continúan aferrados al disparate del colectivismo como objetivo de la sociedad y al palo y a la represión para alcanzarlo.

Silvio:

Estos hermanos son incapaces de aprender. Son autistas políticos indiferentes a la realidad. Confunden la terquedad con los principios. ¿No escuchaste a Raúl, muy ufano, decir recientemente que primero desaparecería la Isla antes que cambiar? Y Fidel lo felicitó al día siguiente, lo que era una forma de felicitarse a sí mismo, porque lleva décadas insistiendo en esa barbaridad, como si la vida de millones de compatriotas les importara un rábano.

Silvio:

Y es que les importa un rábano. ¿Recuerdas --Raúl aludió a aquel episodio muy orgulloso-- durante la peligrosísima Crisis de los Misiles de 1962, cuando el mundo estuvo al borde de la destrucción, el mensaje de Fidel a Kruschev pidiéndole que atacara preventivamente a Estados Unidos y desatara la Tercera Guerra mundial, a sabiendas de que en la represalia morirían todos los cubanos? Pero lo terrible no es que entonces aquellos jóvenes desbordantes de testosterona revolucionaria hayan incurrido en esa petición irresponsable y asesina, sino que, medio siglo más tarde, ya ancianos y llenos de nietos, reinciden en la misma imprudencia criminal. Eso es lo grave: no cambian.

Silvio:

Como me comparas con los Castro, porque también a los 67 años ya soy viejo, te explico la diferencia entre los Castro y la mayor parte de los adultos. El problema no está en la edad. Hay viejos como Adenauer, Churchill, De Gaulle o Reagan que sirvieron a sus países en la ancianidad. Como soy un hombre normal, abierto a las influencias exteriores, siempre dispuesto a aprender de la experiencia y a pedir perdón cuando me he equivocado o a revocar decisiones erróneas, he cambiado mucho a lo largo de mi vida y, creo, para bien.

Silvio:

Comencé siendo, como tantos cubanitos ignorantes de hace medio siglo, un ``revolucionario'' radical confiado en que la justicia y el buen gobierno llegarían a mi país de la mano de un grupo de barbudos bienintencionados. Luego, cuando me desengañé, a base de paredón y calabozo, pasé a ser un socialdemócrata confiado en el papel redistribuidor de un estado justiciero. Más tarde, por las lecturas y la experiencia, me transformé en un liberal convencido de la superioridad moral y práctica de las ideas de la libertad para lograr sociedades más prósperas, libres y habitables. En suma, mientras millones de cubanos, y yo entre ellos, hemos cambiado, estos empedernidos hermanos Castro continúan anclados en el lugar de origen, repitiendo e insistiendo en las tonterías que aprendieron en las conversaciones de café cuando eran unos mozalbetes escasamente instruidos. Eso es gravísimo.

Silvio:

Esa incapacidad para rectificar que tienen estos dos señores (y otros de su entorno) es lo que explica uno de los fenómenos más asombrosos de cuantos ha generado la revolución cubana: el intenso fracaso material que ha provocado. Por primera vez, en los cientos de años que tiene Cuba de historia occidental, tres generaciones sucesivas de cubanos han padecido la extraña experiencia del empobrecimiento progresivo. Mañana siempre es peor que hoy. En Cuba, hasta la llegada de la revolución, la norma era que los padres vivían mejor que los abuelos y los hijos mejor que sus padres. Pero esa tradición terminó cuando estos caballeros tomaron el timón del país y los cubanos aprendieron la amarga lección de que la vida, lejos de mejorar, empeoraba. Hasta Raúl Castro lo ha admitido públicamente, desesperado, cuando manifestó que ni siquiera hay leche para los niños cubanos cuando pasan de los siete años. ¿Te imaginas? Ni un miserable vaso de leche.

Silvio:

Ese es el gobierno más ineficiente que hemos padecido los cubanos en toda nuestra atormentada historia. La calidad material mínima de cualquier sociedad se mide por seis elementos básicos: la alimentación, la vivienda, la electrificación, el transporte, las comunicaciones y el acceso al agua potable. En los seis, la revolución ha transformado la convivencia en una pesadilla. La comida escasea, está racionada, es muy pobre o es inalcanzable para el sueldo miserable de los trabajadores. Hay un déficit de viviendas que excede al millón de unidades, mientras más de la mitad de los hogares están en condiciones deplorables. Cuando falta el subsidio petrolero de Hugo Chávez, como cuando desapareció el que proporcionaba la URSS, cortan la luz intermitentemente. El acceso a teléfonos o correo es de los peores de América Latina, y no digamos Internet, que se obstruye por razones políticas. Las calles, carreteras y transporte público son un castigo demoniaco contra el pueblo. Los acueductos, infectos y rotos, pierden el 60% del agua disponible y la que llega es poca y esporádica. ¿Si en medio siglo de gestión, sin ninguna obstrucción parlamentaria, lejos de solucionar estos problemas esenciales, ese gobierno, minuciosamente torpe, los ha agravado, quién puede creer que, con el mismo sistema, con los mismos métodos y con la misma gerencia, algún día los resultados van a ser diferentes?

Silvio:

Celebro que estemos de acuerdo en que hay que abolir la pena de muerte. Pero no es cierto que esa medida cruel se deba al acoso de la CIA. Tú sabes perfectamente que mucho antes de que el gobierno de Estados Unidos intentara derrocar la dictadura comunista, la revolución, desde su inicio mismo, había fusilado a miles de personas. Tú no ignoras que, incluso antes de triunfar, ya los rebeldes fusilaban sin miramientos en la Sierra Maestra. Los Castro no conocen mejor escarmiento ni mejor forma de intimidación que el paredón. Matan, sencillamente, porque para ellos la vida de los otros no vale nada. Ni siquiera la del general Arnaldo Ochoa y el coronel Tony de la Guardia, sus mejores oficiales.

Silvio:

He oído antes el argumento de que los demócratas de la oposición carecen del apoyo del pueblo. Lo escuché en la España del franquismo donde, en efecto, el Partido Socialista apenas tenía un centenar de miembros activos antes de la desaparición del Caudillo. Lo escuché en Checoslovaquia, cuando se burlaban de la Carta 77 que encabezó mi admirado Vaclav Havel, porque la oposición contra la dictadura comunista apenas llegaba a dos docenas de valientes. ¿Y qué ocurrió cuando se abrieron los cauces de participación y los oprimidos pudieron decir su verdad? Ocurrió que los demócratas instantáneamente se multiplicaron por millones y los partidos oficialistas se encogieron hasta casi desvanecerse en medio de la vergüenza. Ocurrió que el pueblo pudo estrenar su verdadero rostro y manifestar sus creencias reales. En Cuba no será diferente.

Silvio:

Tú opinas que en las cárceles cubanas se trata bien a los prisioneros. ¿Qué es para ti encerrar durante años en un calabozo tapiado, sin luz, en medio de alimañas, casi sin alimentos ni agua, a numerosos presos políticos? ¿Qué son para ti las golpizas a las que los someten? Pero más importante que tu opinión o la mía es la de Amnistía Internacional, la de Human Rights Watch, la de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. ¿Por qué no deja Cuba que una misión imparcial de la Cruz Roja recorra las prisiones y hable sin testigos con los prisioneros? Hay varios libros estremecedores que describen la vida cotidiana en el presidio político cubano de hombres y mujeres: los escribieron, entre otros, Huber Matos, Jorge Valls, Reinol González, Armando Valladares, Alejandro González Raga y Ana Lázara Rodríguez. Son testimonios terribles e irrefutables.

Silvio:

No te parece honesto que los disidentes y las Damas de Blanco reciban ayuda de otros gobiernos. Sin embargo, sabes que el artículo duodécimo de la Constitución cubana de 1976 dice lo siguiente: ``[Cuba] reconoce la legitimidad de las guerras de liberación nacional, así como la resistencia armada a la agresión y a la conquista, y considera su derecho y su deber internacionalista ayudar al agredido y a los pueblos que luchan por su liberación''. Y no ignoras que el régimen cubano ha practicado intensamente ese internacionalismo revolucionario, contribuyendo con adiestramiento, recursos económicos, hombres, armas y explosivos a grupos y movimientos insurreccionales de diversos países del mundo.

Silvio:

Si crees en ese derecho que el gobierno cubano se arroga a practicar el internacionalismo revolucionario y ayudar a sus aliados y correligionarios, por un mínimo de decoro intelectual admitirás el derecho de los países libres a practicar el internacionalismo democrático y a ayudar a los suyos, aunque en el caso cubano apenas se trate de darles a los disidentes pequeñas computadoras, acceso a Internet, material de lectura, teléfonos celulares, algún dinero para sostener a las familias de los presos políticos y apoyo diplomático, porque hace varias décadas que nadie recurre en Cuba a la violencia política. Te recuerdo, además, lo importante que fue la ayuda de la Internacional Socialista y de las Fundaciones alemanas para el establecimiento de la democracia en España tras la muerte de Franco y en Chile durante el referéndum que le puso fin al gobierno de Pinochet. Esa solidaridad no sólo es muy común: es muy conveniente para la libertad de Cuba.

Silvio:

Lo decente es que las fuerzas democráticas del mundo libre ayuden a sobrevivir a las Damas de Blanco y a todos los demócratas de la oposición, al menos hasta que se vacíen las cárceles, puedan organizarse públicamente, participen en la vida pública, formen parte del parlamento y defiendan sus ideas sin el riesgo de ser exterminados. Lo natural es ayudar a las víctimas. Al fin y al cabo, el tejido ideológico de estos disidentes es el mismo que encuentras en el Parlamento Europeo y en la arena política de todos los países libres: democristianos, socialdemócratas, liberales y conservadores. Tenderles una mano solidaria a los disidentes perseguidos dentro de Cuba no sólo es legal, es lo moralmente justificable.

Silvio:

¿Por qué crees que el Parlamento Europeo condenó al gobierno cubano por 509 votos procedentes de todo el arco democrático contra 30 de los comunistas? Lo hizo por solidaridad con sus pares cubanos. Por supuesto que lo ético es que nos ayuden en esta etapa trágica de nuestra historia. A todas estas fuerzas internacionales, convocadas en nuestro auxilio por la oposición democrática cubana del interior y del exterior, les irrita la burla del gobierno de los Castro, capaz de firmar en la Cumbre iberoamericana de Viña del Mar en 1996 su adhesión a los comportamientos democráticos, para luego pisotear ese compromiso, de la misma manera que más tarde ignoró el acuerdo firmado con la ONU en el 2008 de respetar los derechos humanos. Ya se agotó la paciencia internacional con un régimen que no cumple nada de lo que promete.

Silvio:

Dices no estar de acuerdo con los actos de repudio, y te creo, pero no es cierto que ocurran porque ``otros cubanos'', espontáneamente, se indignan contra personas como las Dama de Blanco y las agreden. Esos actos están orquestados por la policía política y el Partido Comunista, como puede comprobar cualquiera que entre en el blog de penúltimosdí as.com y vea el facsímil de la planilla con las instrucciones para los matones de las turbas conocidas como ``Brigadas de respuesta rápida''. Deben llevar ``palos, cabillas y cables'' para golpear a cualquiera que se manifieste. Son operaciones parapoliciacas y ni siquiera son novedosas: en todas las dictaduras comunistas y fascistas han existido variantes de este procedimiento de control social. No me detengo a refutar la equivalencia que haces con las manifestaciones anticastristas de los cubanos de Miami porque me parece una broma. Las diferencias son abismales.

Silvio:

Y llegamos al tema del bloqueo, tu plato fuerte. Me pides que me manifieste contra el bloqueo. Por supuesto que lo haré. Yo también quiero que se elimine, pero antes tenemos que dejar aclarados varios aspectos de este asunto. En primer término, como los cubanos sabemos muy bien, Estados Unidos es el principal vendedor de alimentos a Cuba, mientras las remesas de los exiliados constituyen una de las primeras fuentes de ingreso de la Isla. Asimismo, Estados Unidos es el único país que alivia las presiones migratorias que sufre el gobierno cubano otorgándole nada menos que 20,000 visas todos los años. En esas condiciones, hablar de un embargo, y mucho menos de un bloqueo, es una exageración. De los siete mil millones de personas que pueblan el planeta, Cuba puede comerciar, y comercia, con seis mil setecientos. De los dos centenares de estados organizados que existen en el mundo, Cuba puede comerciar, y comercia, con 199 que representan el 75% del PIB planetario.

Silvio:

Ninguna persona informada pone en duda que el desastre económico cubano se debe, fundamentalmente, a la inherente improductividad de los sistemas colectivistas de corte marxista-leninista, sumada, en este caso, a la caprichosa e incompetente gerencia revolucionaria. No es el bloqueo. Como se ha probado hasta la saciedad, el colectivismo autoritario es un modelo económico fallido. Basta con comparar a las dos Corea o las dos Alemania para comprobarlo.

Silvio:

En todo caso, hay dos maneras de enfrentarse al embargo. Una es puramente propagandística, encaminada a culpar a Estados Unidos del horror de la pobreza cubana, pero sin el deseo real de que sea eliminado. Es en ésa en la que se entretiene el gobierno de La Habana y en la que invierte un notable caudal de recursos y energía. El otro camino, el serio, el de quienes queremos que realmente se levante, es el que te describo a continuación.

Silvio:

Para levantar el embargo, el gobierno cubano no puede saltarse a la oposición democrática. Tiene que pactar. Es el eficiente lobby de los cubanoamericanos y son las hábiles maniobras de los legisladores de este origen lo que mantiene vigente esas medidas en la administración norteamericana. Si la dictadura realmente desea que se levante el embargo, sólo tiene que hacer cuatro concesiones totalmente razonables que le ganarán el aplauso universal:

Amnistiar a los presos políticos.

Concederles a los cubanos el derecho de libre asociación.

Permitirles que se expresen libremente.

Acabar con el embargo interior y dejar que los cubanos libremente entren en Cuba o salgan de ella.

Silvio:

Me dirás que estás de acuerdo con esas medidas, pero que te parece abusivo que se le exija a Cuba lo que no se le exige a China. A lo que te respondo que las transacciones políticas no se dan en el marco abstracto de la filosofía, sino en el de las realidades, y es una necedad ignorar esta verdad. ¿El gobierno cubano quiere realmente que se levante el embargo o todo lo que pretende es jugar con la propaganda?

Silvio:

Como consecuencia de la larga dictadura de los Castro, el 20 por ciento de los cubanos han tenido que emigrar a Estados Unidos durante medio siglo y allí han adquirido poder y han aprendido a usarlo, como hacen los judíos con relación a Israel y los afroamericanos con respecto a Africa. El régimen cubano no ha podido ni podrá vencer ese obstáculo, a menos que decida hablar con su propio pueblo. No es cuestión de dar gritos, insultar a sus oponentes y montar campañas estridentes, sino de conversar con serenidad.

Silvio:

Lo sensato, para terminar con el embargo y para solucionar los problemas del país, es que gobierno y oposición se sienten de buena fe a hablar civilizadamente con un temario abierto. Estoy seguro de que en un plazo corto una relación de ese tipo rendirá sus frutos, se levantará el embargo y estaremos en el camino de la concordia. Me imagino que muchos reformistas dentro del régimen estarán de acuerdo conmigo y deseosos de que comience cuanto antes ese proceso.

Silvio:

Te propongo, con la mejor buena fe, que creemos los dos un comité para luchar conjunta y simultáneamente contra el embargo norteamericano, a favor de conceder la amnistía a los presos políticos, a favor de otorgar el derecho a la libertad de asociación y expresión, a favor de que los cubanos puedan entrar y salir libremente de Cuba. Ese comité pudiera ser el comienzo de la reconciliación, la paz y el progreso para nuestro país que los dos deseamos. Conquistemos juntos un futuro mejor para nuestros hijos.

Espero tu respuesta con mucho interés. Va un abrazo cívico y cordial,

Carlos Alberto Montaner

Madrid, 13 de abril de 2010